La obra El Amigo Inoportuno, escrita al final del S. XX, brilla por su claridad y su profundidad teológica. Es fruto en el autor tanto de una vida espiritual intensa como de su incuestionable amor a la Iglesia Católica. Los tres temas fundamentales que se desarrollan en este libro son: la oración cristiana, el amor a la Verdad que es Jesucristo, y el esclarecimiento de la virtud de la pobreza. Nada tiene que ver su contenido con esa gran cantidad de libros espirituales que, apilados en las librerías diocesanas o religiosas, están, en el mejor de los casos, tan llenos de devoción como faltos de una explicación profunda del Misterio central del cristianismo, es decir, el amor a Dios manifestado en Cristo Jesús. ¿Cómo hablar con ese Dios hecho Hombre? ¿cómo mantener la fidelidad a la Iglesia Católica en estos tiempos en que un gran número de sus miembros ha dejado de ser fiel al Fundador de ella? ¿Cuál es el sentido y hasta qué profundidad llega la exigencia de la entrega personal en el Amor Verdadero? En absoluto son cuestiones de poca importancia. Todo lo contrario. Después de haber visto lo sucedido en el S. XX, son temas de vida o muerte para el individuo y para la sociedad moderna. Los hombres de hoy se han olvidado del Dios Cristiano. Ni hablan con Él, y lo que es peor, ni escuchan Su Voz. Ha sido un rechazo mortal que ha conducido a la muerte real de millones de seres humanos, incluidos los inocentes. La oración cristiana ha perdido ese carácter de importunidad que provenía de un amor a Dios sin medida y de una fe inquebrantable en su Providencia. Una vez rota la relación con Dios, ya no hay una Verdad Absoluta que no dependa ni de los sentimientos ni de los caprichos, ni siquiera de la voluntad del pueblo. Ahora la única verdad es lo que el individuo opina, piensa, cree y quiere. Del Yo soy la Verdad de Cristo se ha pasado al yo soy mi verdad. La voluntad de querer se ha convertido en la voluntad de poder y ésta se ha transformado en la voluntad de poseer. Y con esto, se ha dado un golpe sangriento a la esencia del Amor y la Pobreza Cristiana, donde hay más alegría en dar que en poseer. De aquí, la radical importancia de este libro de A. Gálvez.
 
La obra se compone de un prólogo y tres comentarios, a saber, a la Parábola del Amigo Inoportuno, al texto de San Pablo sobre algo que sucederá en los Últimos Tiempos, y al conocido pasaje del Evangelio de la viuda que ofreció al Templo todo lo que tenía para vivir.  En el prólogo, el autor establece la línea lógico-teológica que une estas meditaciones que, a una vista superficial, podrían estar desconectadas. Esta línea es el Amor de Dios. La primera meditación, que da a su vez el título a la obra entera, es una interpretación de la inoportunidad del amigo desde el punto de vista del Amor verdadero. La segunda meditación es un comentario al texto profético paulino (2 Tim 4: 3-4) según el cual “vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana”. ¿Quién podría dudar que lo que hoy está pasando en la Iglesia es un fiel reflejo de esta profecía? ¿Cómo no identificarse con el autor al expresar él “sus sentimientos de nostalgia” y de amor por Ella, frente al mundo contemporáneo de la mentira y de la farsa que parece dominar incluso en algunos rincones de la Iglesia?  Y la tercera, "La Viuda Pobre", probablemente sea el comentario más profundo que se ha hecho sobre la virtud de la Pobreza cristiana. Esta última meditación, narrada en primera persona —¡quizá, una autobiografía escondida del autor!— por su temática como por su seductor estilo y clara exposición, estaría al mismo nivel en castellano de la novela en francés, Diario de un Cura Rural (George Bernanos) que tanta impresión causó para el entendimiento de la realidad del sacerdocio en el universo católico.
 
En definitiva, un libro de obligada lectura para el hombre de hoy.