El Padre reflexiona sobre el Evangelio del día, que narra la curación del hijo de un funcionario real por Jesús. Critica la fe débil y vacilante de muchos cristianos actuales, que buscan milagros y demostraciones externas en lugar de una confianza y amor verdaderos hacia Cristo. Señala que hoy se vive un catolicismo vacío, basado en actos externos y declaraciones generales, sin un compromiso real con las enseñanzas de Jesús. Lamenta que muchos se llamen católicos sin vivir de acuerdo a los principios cristianos. Enfatiza que la verdadera fe en Cristo implica estar dispuesto al sacrificio y a mantener los valores cristianos en un mundo hostil. Critica a los pastores que no abordan los verdaderos problemas de los fieles y a quienes reducen la fe a aspectos superficiales. El Padre llama a tener una fe firme y personal en Cristo, basada en el amor y la confianza, no en milagros. Insta a los cristianos a dar un testimonio auténtico de su fe con sus vidas, afrontando los desafíos del mundo actual con una confianza inquebrantable en Jesús, a pesar de las crisis en la Iglesia.