El Padre reflexiona sobre el Evangelio del domingo, que narra la curación del criado de un centurión romano. Destaca la gran fe del centurión, que impresionó a Jesús, y contrasta esto con otros episodios evangélicos donde la fe es más débil. El Padre enfatiza la importancia de la fe en la persona de Jesús, no solo en sus milagros. Recuerda con nostalgia tiempos pasados cuando había mayor devoción y reverencia hacia la Eucaristía y la presencia real de Cristo en ella. Lamenta que hoy en día se ha perdido en gran medida esa fe y amor por Jesús en el Sacramento. Critica algunos cambios litúrgicos modernos que, en su opinión, han contribuido a disminuir la fe en la presencia real. Expresa tristeza por la pérdida del sentido del pecado y la práctica de la confesión antes de comulgar. Concluye reflexionando sobre cómo el amor a Cristo da sentido a la vida y ayuda a sobrellevar los sufrimientos, con la esperanza de la vida eterna. Anhela recuperar esa fe y amor por Jesús que se ha perdido en los tiempos actuales.