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Homily

Homily del 13 de mayo de 1996

Charla ID:

1996.05.12.H

Título:

La contemplación de amor entre Cristo y nosotros

Duración:

0:11:59

Temas:

Palabras Clave:

Fecha Litúrgica:

Domingo 6º de Pascua (A)

Texto Bíblico:

Jn 14: 15-21

Comentario:

El Padre lee parte del evangelio del día. Las palabras del Señor deben ser extremadamente consoladoras para los que aman al Señor. Los que se aman deben desear contemplarse mutuamente. No se puede amar sino lo que vemos. El amor es aquello que es producido por la contemplación de la belleza. El motor es el amor. El Señor se manifestará pues a nosotros. No os dejaré huérfanos. Referencia a la meditación dada por la mañana. La manifestación del Señor no significa apariciones. Recordad a San Juan de la Cruz. La manifestación de la presencia del Señor a través de la fe es mucho más fuerte que la percepción puramente sensorial. Necesitamos vivir enamorados, para nuestra propia vida y para el testimonio ante los demás. Nosotros también nos transformamos en El. Seremos semejantes a El. La semejanza con El es una consecuencia de la contemplación. La tesis de San Pablo. En el Cantar se dice: "Nigra sum sed fermosa.." San Juan de la Cruz decía: "No quieras despreciarme..." La mirada del Señor nos transforma. Si nos esforzamos en ser buenos, en vivir su propia vida, en llegar a la oración, sin dejarnos dominar por nuestra propia mediocridad..., En el Padre en su oración pesa más el sentimiento de la mediocridad que el del cansancio. Hemos de luchar contra el sentimiento de la tibieza. La mirada mutua nos da fuerzas y nos transforma. Nos sentimos iracundos, enfadados contra una persona, y vamos con ansia de venganza. Pero como cuando Ben-Hur cuando miró a Jesús, cambió su corazón. Necesitamos de la oración, para dar dinamismo a nuestra vida, y de ahí dinamismo a los demás. ¿Cómo se puede encender la leña si el fuego está apagado? Si el Señor me da un día más, es porque me da una posibilidad para ser santo.

Resumen:

El Padre reflexiona sobre el amor a Dios y la importancia de la contemplación mutua en la relación con Él. Explica que quien acepta y guarda los mandamientos de Dios, le ama, y será amado por el Padre. Esta manifestación del amor divino no ocurre necesariamente a través de apariciones, sino mediante la fe y la vivencia de la vida de Cristo. El orador enfatiza que necesitamos vivir enamorados de Dios para llevar una vida cristiana comprometida, ya que el amor es el motor de nuestra existencia. La contemplación mutua entre Dios y el creyente produce una transformación, haciendo que nos asemejemos más a Él. Reconoce que a veces nos sentimos abatidos por nuestra mediocridad o tibieza espiritual, pero insta a luchar contra estos sentimientos y a ponernos ante Dios tal como somos. La mirada amorosa de Dios nos transforma y embellece espiritualmente. El Padre subraya la importancia de la oración para mantener viva nuestra relación con Dios y poder transmitir ese amor a los demás. Concluye que solo una existencia enamorada de Jesucristo puede dar testimonio efectivo de la vida cristiana y encender la fe en otros.

Comentario Técnico:

Buena calidad de sonido

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