Mirada desde el mundo, la exhortación del Señor es de locura. Pero si tuviéramos fe como un grano de mostazo, entonces no es una locura. Cuando el Señor se siente desesperado de la gentuza que les rodea incluidos sus apóstoles, lanza ese grito: "Oh generación..." El libro litúrgico incluso cambia el hecho de ser endemoniado por la epilepsia. La visión canuta de nuestra interpretación. El Padre siente nostalgia del amor con mayúscula, sobre todo cuando busca en el amor materializado las pequeñas alegrías. En un mundo así, se necesitan nuevos Quijotes. ¿Dónde están esos D. Quijotes? A ver si al llegar a casa, os parecéis a Sancho. El Padre sigue comparando la vida cristiana con la situación del Quijote. El mundo está lleno de personas razonables. Ojalá fuéramos ultras e intransigentes.