El Padre reflexiona sobre la fiesta de Cristo Rey en el contexto actual, donde la institución monárquica ha perdido prestigio y credibilidad. Explica que hablar de Cristo como Rey resulta difícil hoy en día, pero enfatiza que Cristo es Rey no solo del mundo, sino de todo el universo y la creación. El orador señala que la realeza de Cristo es diferente a la concepción humana de la monarquía. Critica los intentos históricos de crear reinos o partidos políticos "cristianos", argumentando que el cristianismo está por encima de las instituciones humanas y debe informarlas, no encasillarse en ellas. Destaca cómo Jesús mismo mostró lo ridículo de la realeza humana durante su pasión, con la corona de espinas y el letrero INRI. Explica que cuando Jesús dijo "Mi reino no es de este mundo", se refería a que su reinado no se basa en los criterios mundanos sino en los valores divinos. El verdadero reinado de Cristo, según el Padre, consiste en reinar en el corazón de cada persona, en una relación íntima y de entrega mutua. La auténtica grandeza está en el servicio y la humildad, conceptos opuestos a los criterios del mundo. Finalmente, reflexiona sobre cómo participar de la vida, muerte y cruz de Cristo lleva a compartir también su gloria eterna, citando a San Pablo: "Cuando aparezca Cristo, que es vuestra vida, también vosotros apareceréis gloriosos con él".