El Padre destaca en su homilía la importancia de la compasión, usando como ejemplo el milagro de la multiplicación de los panes de Jesús. Resalta cómo la compasión de Cristo ante la multitud hambrienta y fatigada es una manifestación de su amor y misericordia. La caridad, según el Padre, es la virtud cristiana por excelencia, fundamental en la vida de los creyentes, pero observa su disminución en el mundo moderno, donde ha sido reemplazada por el término "solidaridad", carente de un matiz espiritual. Critica que las enfermedades sociales actuales, como la desigualdad, se aborden desde una perspectiva secular y no se reconozcan las raíces espirituales del problema, es decir, el pecado. Para el Padre, la solución a los males de la humanidad no radica en teorías económicas o sociales, sino en Cristo crucificado, que ofrece la verdadera libertad y amor. Cita ejemplos bíblicos donde Jesús demuestra su compasión al sanar y resucitar a los necesitados, subrayando que esta actitud debería inspirar a los cristianos actuales a vivir en caridad y amor verdadero, apoyándose en la fe y no en soluciones superficiales. Recuerda que Cristo vino a salvarnos y comparte nuestro sufrimiento, por lo que debemos recuperar la caridad y el amor genuino, siguiendo su ejemplo de entrega total.