Homily
Homily del 16 de noviembre de 2008
Charla ID:
2008.11.16.H
Título:
La esencia del Cristianismo
Duración:
0:24:59
Temas:

Palabras Clave:
Fecha Litúrgica:
Texto Bíblico:
Mt 13: 31-35; Rom 14: 7-12; 2 Cor 3: 18-19; Can 1: 7-9; Gal 2: 20; 2 Tim 4: 7-8
Comentario:
Muy agradable homilía del Padre para el público. El Padre empieza comentando las palabras de San Pablo: "Si vivimos para el Señor vivimos..." Luego pasa a comentar las dos parábolas. El cristianismo no es una mera ética. Es una ética, pero algo más profundo. Hay que conformar la vida nuestra a la de Cristo. La parábola no se refiere a la Iglesia. El Reino de los Cielos no es la Iglesia. La esencia del cristianismo frente a una vida mediocre. En nosotros debe brillar la gloria de Jesús. Cuando veamos cara a cara al Señor... "¿Dónde pastoreas..." La corrupción de los pastores, pero siguen siendo pastores. La fábula de la rosa y el ciego. El mundo de hoy tiene que ver en nosotros la imagen de Jesús. Yo me siento triste y con ganas de llorar y me doy cuenta que mi vida tendría que ser la vida de Cristo. Nosotros caminamos y caemos, pero nos levantamos y adelantamos terreno. Nuestra vida es una búsqueda del Señor. "Quedeme y olvideme..." Y una del Padre: "Y allí quedaron mis penas fenecidas..." El amor supone la bilateralidad de personas. Teresa sin Jesús no puede nada. Atribuye a Santa Teresa el texto de San Pablo: "Todo lo puedo en aquel que me conforta". "La única tristeza es la de no haber sido santo". Debemos ser otros cristos. El mundo os espera y la Iglesia os necesita. Menciona uno de sus libros donde hacer una comparación entre dos parábolas.
Resumen:
El Padre reflexiona sobre dos parábolas del Evangelio que hablan del crecimiento del Reino de los Cielos. Explica que el cristianismo no es simplemente una ética o doctrina social, sino la posibilidad de configurar nuestra vida a la de Cristo. El Reino de los Cielos no es la Iglesia, sino la vida de Jesús expandiéndose en nosotros hasta identificarnos completamente con Él. Destaca la importancia de buscar sinceramente a Jesús durante toda nuestra vida, aunque a veces tropecemos, para llegar a un momento en que podamos entregarlo todo y estar plenamente unidos a Él. Lamenta que, incluso al final de su vida, siente que aún no ha logrado esa entrega total. El Padre enfatiza la necesidad de dar testimonio vivo de Cristo en un mundo necesitado de Dios, especialmente a través de los sacerdotes como "dispensadores de los misterios divinos". Concluye que de nuestra comprensión y vivencia de estas verdades evangélicas depende el futuro de la Iglesia y del mundo en estos tiempos difíciles.
Comentario Técnico:
Buena calidad de sonido