Homily
Homily del 22 de junio de 1994
Charla ID:
1994.06.22.H
Título:
El Árbol Bueno
Duración:
0:12:33
Temas:
Palabras Clave:
Fecha Litúrgica:
Miércoles de la 12ª Semana del TO
Texto Bíblico:
Mt: 7: 15-21
Comentario:
Homilía sencilla sobre el criterio eficaz que nos da el Señor para juzgar a la gente. Difícil conocer a los demás, como difícil es conocerse a sí mismo. Sin embargo, viendo los frutos, es mucho más fácil. Incluso en la propia vida, cuando vemos que nuestras actitudes nos llevan a buenas acciones o a malas. Va dirigida a jóvenes. El Padre habla de su propia "tranquilidad" cuando ve que sus hijos son tan buenos y piensa que entonces no habrá sido tan inútil su trabajo de apostolado. Cita a Escrivá de Balaguer cuando decía que había sido como el burrito del Domingo de Ramos introduciendo al Señor en las vidas de mucha gente.
Resumen:
En su charla, el Padre resalta la importancia de un consejo del Evangelio aplicado tanto en la vida espiritual como en la cotidiana: no juzgar a las personas según las apariencias, un aspecto que considera complejo dado que la humanidad está llena de hipocresía y falsedad. Subraya la dificultad de conocer verdaderamente a las personas, incluso a uno mismo, y destaca que únicamente Dios conoce plenamente los corazones. Por ello, aconseja no juzgar a los demás, ya que tendemos a equivocarnos. El Padre introduce la “regla de oro” que nos da Jesús, comparando a las personas con árboles que se conocen por sus frutos. Un árbol bueno da frutos buenos y un árbol malo, frutos malos. Así, las acciones de una persona revelan su verdadera naturaleza. Aconseja observar las obras y no las palabras, ya que hablar es fácil pero actuar correctamente es lo que define a alguien. Esta comparación se extiende a los sentimientos internos, sugiriendo que si conducen al bien, provienen de Dios, y si al mal, del demonio. El Padre reflexiona sobre su percepción personal de pecador y la consolación que encuentra en sus buenos hijos espirituales, remarcando la misericordia de Dios que puede obrar bien a través de personas imperfectas. Concluye que aunque seamos pecadores y débiles, podemos ser utilizados por Dios para hacer el bien en el mundo, enfatizando la necesidad de confiar en la misericordia divina para sobrellevar nuestras fallas y contribuir positivamente en la vida de los demás.
Comentario Técnico:
Buena calidad de sonido