A pesar de ser la Virgen del Carmen, el Padre predica del evangelio del tiempo ordinario. Al final de la prédica hablar de la Virgen María. El evangelio de hoy siempre nos ha llamado la atención por su dureza y radicalidad. Lo que primero llama la atención es su carácter de violencia. Estas expresiones contienen lo que significan. No debemos edulcorarlas. Y nosotros que somos jóvenes, nos gusta esa radicalidad. Los jóvenes no entienden de cálculos. Sin embargo, estas enseñanzas del Señor contienen algo muy importante: la radicalidad, la negatividad lleva un aspecto positivo de alegría perfecta, de amor total, desplegado en toda su potencia, que se nos escapa porque no lo podemos comprobar hasta que hemos pasado esa etapa de violencia. Pero muy poca gente da ese salto. Pocas personas comprueban esto. Por otro lado, el demonio se encarga mucho de hacernos recalcar de poner en nuestro primer plano el aspecto de renuncia, de negatividad. Desde el punto de vista de lo positivo, lo negativo es muy pequeño. "Son tus amores más suaves que el vino". Es lo que leemos en la vida de los santos. Si tuviéramos fe, veríamos que la renuncia evangélica es poesía y alegría. Y aquí habla el Padre del sí rotundo de la Virgen María. Habla de Carmencita por unos minutos y pide que se rece por la operación del papá de Ramón.