El Padre lee un libro en francés sobre la oración. Pero llega un momento en que los caminos de acceso pierden las balizas. El objeto de este libro es demostrar que todos los métodos de oración deben ser superados. Un método solo puede ayudar a preparar el terreno. Sigue leyendo sobre los que empiezan la oración cargados de devociones y pierden de su vista a Dios y a los hombres. Están empeñados en métodos de debutantes. El Padre habla de los nuestros que dicen que la oración no les dice nada. Y el Padre le hace ver lo fácil que es hablar con el Padre. Con el Padre hablamos sin método. Hablamos con sencillez con él. No venimos con un método artificioso. Ni es violenta una conversación con un amigo. Lo hacemos demasiado complicado. Sigue leyendo diciendo que los métodos ponen unilateralmente el énfasis en la actividad humana, pero se pierde que el Espíritu Santo es el que pone en nuestro corazón la Palabra. Luego sigue hablando de que la oración es la actividad del espíritu humano enfrentado al don de la Fe. La oración no es una práctica esotérica. La oración se confunde con la vida espiritual y la vida cristiana. Las dos cosas forman una unidad en conjunto. Cuando en la charla no nos aclaramos acerca de cómo es vuestra oración, entonces el Padre va por otro camino, por ejemplo, el estudio, la pureza, etc. Tal y como va la vida cristiana, así va la oración. No se puede tener una vida elevada de oración si un señor no es obediente. La oración es sinónimo de amor. Todo lo que hemos aprendido de Dios es que Dios es Amor. De este amor hemos tenido conocimiento a través de un don. La respuesta de la Fe en la oración. No hay más que un problema entre nosotros, el de creer en el amor de Dios. Nuestro amor lo vivimos ahora bajo la forma del deseo. "Nos hiciste para ti..." de San Agustín. El deseo es el fundamento de la vida espiritual. Dime lo que deseas y te diré quién eres. "¿Qué buscáis? decía el Señor a sus discípulos. Dime lo que amas y te diré lo que eres. Estamos llenos de deseos. Primero materiales, y pueden ser tan fuertes que pueden invadir nuestra psicología. Si es así, caminamos superficialmente. Un deseo demasiado fuerte ahora el deseo de Dios. "No se puede servir a dos señores..." Luego vienen los deseos de hacer cosas, deseo de acabar la carrera de arquitectura... Incluso el apostolado. En La Peste de Camus, tenemos un ejemplo de este tipo de obsesión. Nos metemos en tantos jaleos que perdemos la idea de Dios. Y nos podemos encontrar con una religión sin Dios. Hemos puesto el corazón en las obras y no en Dios. La idolatría nos acecha y no está lejos. Trabajar por la gloria de mi institución religiosa en tal grado que Dios está olvidado.