El Padre continua el tema de la meditación de la mañana. Ante un mundo confuso y sórdido, muy apartado de Dios, hay que dar un testimonio extremista. No hay que hablarles de las cosas del mundo. "Ellos hablan de las cosas del mundo..." Hemos de anunciar a Jesucristo. Incluso para hablar del hombre o conocer al hombre solo queda el camino de Jesucristo. Conociendo al Hombre Jesús nos hace conocernos a nosotros. "Yo predico a Jesucristo y Jesucristo crucificado...." "palabras aprendidas del Espíritu". Pero para hablar de Él, Cristo tiene que ser nuestra vida. "Ninguno de vosotros vive para sí..." "Todo es vuestro.... y vosotros sois de Cristo..." "En El todas las cosas consisten..." Debemos empaparnos del Señor. Uno habla de lo que lleva en el corazón. "Ipse est pax nostra". Esto es lo que la gente espera de nosotros. Llegar a la Divinidad de Jesús a través de su divinidad. Hay un texto en el Cantar de los Cantares: "¿En qué se distingue tu Amado...?" La esposa se muere de amor por el Amado. Y la esposa intenta describir al Esposo: "Mi amado es fresco y dorado..." Es el intento desesperado de la poesía. El mundo nos va a pedir que le hablemos de Dios. Y nos vamos a ver en un apuro porque no vamos a poder expresar lo inexpresable. Pero podemos convencerlos con nuestra vida. Ejemplo de las prédicas del Cura de Ars. Es que no se puede hacer otra cosa. Y hoy se habla de la paz humana y de los derechos humanos. Cuanto más conocemos a Dios, más lo desconocemos. El misterio de la humanidad de Cristo está todavía por descubrir. Estamos en el comienzo. Es más fácil hablar de los derechos humanos. Esto es un punto fundamental en nuestro espíritu. ¡Ay de mí si no predicara! Tenemos que hablar a la gente pero en plural donde nos incluyamos. Menciona a Pedrito y a Juan Andrés.