Meditation
Meditation del 22 de agosto de 1982
Charla ID:
1982.08.22.M
Título:
La esencia de la beatitud I
Duración:
0:23:15
Temas:

Palabras Clave:
Fecha Litúrgica:
21º domingo de Tiempo Ordinario (B)
Texto Bíblico:
Jn 6: 60-69
Comentario:
Excelente explicación del Padre sobre la esencia de la feliciadd. El Padre habla de las teorías de la beatitud, y comienza con la teoría aristotélica tomista, sobre la contemplación de la verdad. Y esto se opone a la teoría que afirma la voluntad prima sobre el intelecto, propia de san Agustin. Siempre le ha costado al Padre trabajo comprender la teoría de la contemplación. El Padre piensa que la beatitud es el amor, que lleva consigo la contemplación y la voluntad, tal y como se deriva de la misma exposición de la Trinidad. Le cuesta trabajo creer que uno se sacia con la contemplación de la Verdad. El Amor es mucho más que un Ser que se ofrece a nuestra contemplación. El Amor es esencialmente poseer y ser poseído. "La voz del esposo, mirad que viene saltando..." Aquí hay cualquier cosa menos un Ser Pasivo. La felicidad del hombre está en ser poseído y poseer. "Mi Amado es para mí y yo soy..." Los textos sagrados apoyan esta teoría. Esto no nos conduce a una alienación. La pobreza nos conduce a una infinita riqueza. El Padre ha meditado en aquellas palabras del Señor: "El que coma mi carne vivirá por mí". ¡Qué cantidad de resonancias traen estas palabras! Cuando leemos el Evangelio tendemos a pensar que es el Maestro, el Señor, y realmente lo es. Pero raramente lo consideramos como algo que se nos ha entregado de tal manera que nos pertenece. Algo mío. "Yo ya no os llamaré siervos.... " El Señor es nuestro, eso que en el amor natural se trata de expresar con el acto sexual, pero no se consigue. El deseo del Señor es que hagamos con Él lo que queramos. No es contemplar al Amado, sino darle todo y poseer de Él todo. El hombre no ha sido hecho para estar solo. "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza". Dios no es soledad. El hombre realiza su esencia cuando se ve poseído por otro y posee al otro. El egoísta nunca llega a ser feliz. Es un fracaso intentar hablaros de estas cosas. Somos muy tontos cuando ponemos nuestro corazón en otras cosas. La esencia de la Alegría no está en mi mismo, sino cuando el Amado me mira y me dice que su corazón es mío. San Pablo decía: "Cristo siendo rico se hizo pobre por amor". El supremo no tener nada que nos conduce al supremo tener todo. "El que pierda su vida por mí..." Los textos sagrados hablan de esto. La teoría de Aristóteles y Santo Tomás, es verdadera pero insuficiente. Mirar y contemplar para amar. "Jesús lo miró y lo amó". El Señor se hizo hombre para que lo pudiéramos amar more humano. El solipsismo no puede dar la felicidad. Cuando uno ama a la Persona del Hijo, ama también al Padre, porque ellos tienen un solo corazón y un solo entendimiento divino. Vamos a decir la misa con esta intención. "Simón ¿me amas más que estos?"
Resumen:
El Padre reflexiona sobre la naturaleza de la felicidad y la beatitud humana, contrastando dos perspectivas filosóficas principales: la aristotélico-tomista, que sitúa la felicidad en la contemplación intelectual de la verdad, y la agustiniana, que la ubica en el amor y la voluntad. El Padre argumenta que la verdadera felicidad consiste en la unión de ambas: contemplar y amar, pues el amor implica tanto la contemplación del ser amado como la salida de uno mismo hacia él. Utiliza el misterio de la Trinidad como modelo supremo de esta dinámica, donde Dios no es solo generación intelectual (el Hijo) sino también inspiración de amor (el Espíritu Santo). Enfatiza que Dios no es un ser pasivo que simplemente se ofrece a nuestra contemplación, sino que busca activamente una relación de amor recíproco con nosotros, como lo ilustran las imágenes del Cantar de los Cantares. El Padre destaca que la verdadera felicidad radica en la posesión mutua y total entre el amante y el amado, en el despojo total de uno mismo para recibir al otro. Relaciona esto con la Eucaristía y las palabras de Cristo "el que coma mi carne vivirá por mí", señalando la profunda intimidad que Dios desea con nosotros. Subraya que el ser humano no está hecho para la soledad, sino para la comunión, reflejando la naturaleza trinitaria de Dios. Concluye que la teoría de la contemplación como beatitud suprema es verdadera pero insuficiente, pues debe completarse con el amor. La verdadera felicidad se encuentra en el amor total y recíproco, ejemplificado en la relación con Cristo, quien siendo rico se hizo pobre por amor, permitiéndonos participar en el único corazón de Dios.
Comentario Técnico:
Buena calidad de sonido. Continua en la homilía del mismo día.