Vamos viendo distintos aspectos de nuestro espíritu. Pero hay algo que es lo fundamental y la raíz de todo: el amor al Señor. Nadie nace formado, somos corredores camino de recibir la corona. La ilusión de que muchos amen a Dios de esa forma. Vivimos en un mundo edulcorado. Los mismos cristianos se escandalizan de la fe. El hombre que quiere ser la medida de todas las cosas. La herejía gnóstica. Protágoras. El hombre se hace la medida de todas las cosas. Estamos en una religión horizontalizada. No vale la pena poner ejemplos, como las traducciones edulcoradas de la biblia, porque no acabaríamos nunca. Ante esta situación, solo cabe un amor a lo grande, que se traduce en una serie de cosas, como estudio, obediencia, etc. ¡Mirad cómo se aman! El Señor nos concede el cariño que nos tenemos. Tenemos nostalgia de ese amor a Dios. "El es nuestra paz". Sin el amor de Dios, todos los demás capítulos no tendrían sentido. Hace mención a la introducción a las folias del Cantar. Cuando yo os falte os encontraréis sin problemas para ser fieles al magisterio de la Iglesia. Tendremos problemas, pero serán problemas que el Señor ha determinado para que compartamos la cruz. Tenemos que ser hombres de pose, de profundidad, no superficiales. Con defectos, pero profundos. Esto requiere: no ser solo piadosos, sino corazón y cerebro. Nosotros amamos con racionalidad. Somos hombres completos. Hace mención a la charla anterior: le resulta incomprensible porque el Señor puso al Padre al frente nuestro. La necesidad del riesgo y de la aventura para los jóvenes. Se fundan en la Palabra de Dios. Que esta misa se de acción de gracias al Señor y a la Virgen María.