Para uso interno por el estilo de hablar del Padre. Es una homilía explicando porqué algunos hermanos nuestros se han ido de lo nuestro. El Padre comenta "Son tus amores más suaves que el vino". Y luego leemos el sermón de despedida del Señor sobre la Alegría. Todas estas cosas meditadas en el sagrario, y todo esto puesto en nuestro corazón. Luego miramos alrededor y vemos la tragedia del mundo que nos rodea. Pensemos en la tragedia de esos hermanos nuestros que nos han abandonado porque han encontrado un mayor atractivo en las cosas del mundo. ¿Cómo es posible que haya sucedido esto? Nosotros somos testigos de que el amor del mundo ha sido más fuerte que el amor de Dios. Todo esto nos llevaría a una serie de pensamientos que podrían hilar una conversación con el Señor. ¿No hemos sabido presentarles una figura de Jesús a nuestros hermanos de modo atrayente? Hay momentos muy duros en nuestra vida, de noches, de sentimientos de fracasos. La clave está en el misterio de la cruz. Cualquier cosa dividida por la razón ya no sería genuinamente cristiana. Todo en el cristianismo es una paradoja. Por ejemplo: los últimos serán los primeros y los primeros los últimos. Hemos venido a victimarnos con el Señor. "Ninguno de nosotros vive para sí..." Hemos venido a triunfar como Dios entiende el triunfo. "Si me persiguieron a mí..." "Yo os puse para que deis fruto..." El Padre habla del adormilamiento del alma que se produce después de esos fracasos. "Levántate amada mía..." El invierno pasará definitivamente en un momento dado. "Vuestra alegría no será quitada". Aquí está la clave también a las paradojas cristianas: la fe muy grande. Las faltas hacen que queramos al Señor más y nos dan la oportunidad de empezar de nuevo. La aventura de la santidad. Nunca hay motivos para estar tristes. Tenemos que mejorar.