El Padre habla que la experiencia que tiene le hace conocer profundamente nuestro corazón, y que cuando nos mira a los ojos le da una pena tremenda. Ve nuestros deseos sinceros buenos de ser santos pero también ve al mismo tiempo un cierto dejo de tristeza y de ahí su rabia. ¿Por qué hay esa tristeza en algún de nosotros? La respuesta está en el pasaje del joven rico. El joven se marchó triste. Su falta de decisión para abandonar todo lo que le impedía para seguir a Jesus determinó que se marchara triste. Lo decía Camino "Cuando estás tristes..." Cuando nos falta algo es también algo que nos sobra. Todo el que se marcha, se marcha triste y se marcha condenado a la tristeza. De ahí mi rabia: este muchacho con lo bueno que es, y sin embargo no conoció la alegría verdadera. En la primera lectura de hoy, el Apóstol San Juan dice que llegaríamos de verdad a conocer a Jesús cuando nuestra vida fuera como la suya. "En esto sabemos que le conocemos, en que guardamos sus enseñanzas..."