Para uso interno por el estilo de hablar del Padre. El seguimiento del Señor es una aventura maravillosa. Y una de las maravillas es los hijos de los padres que es una garantía y una prenda de amor que Dios nos tiene. Dios nos hace regalos que nadie puede hacer. Este regalo de los hijos solo Dios lo puede hacer. Y todavía los hijos en el plano sobrenatural. San Pablo hablaba de engendrar a los hijos. La alegría de los hijos es inexplicable, aunque los que os vais acercándoos al sacerdocio, lo comprendéis mejor. Son la continuación de nuestra vida. Los hijos, si bien es un regalo, también cuestan mucho a los padres. "Por quienes sufro dolores de parto..." para poder ver a Cristo formado en nosotros. A algunos no os enseñado todavía a comer. Es una tarea que requiere sacrificios. Pero esto no es lo peor. Lo más tremendo, no lo podéis comprender. Ni siquiera los que estáis más cerca del sacerdocio. El sacrificio mayor es dar la vida por sus hijos. Es el sacrificio de que, siendo un regalo como son, no puede significar el amor que Dios nos tiene. La persona que hace el regalo es mucho más valiosa. La esposa no se conforma con los regalos, sino que quiere al esposo. Hay que seguir esperando al esposo. Yo querría estar con el Señor, pero si tengo que seguir con vosotros... Esto decía San Pablo. Una de las cosas que me irritan un poco es cuando veo la frialdad con la que tratan a Jesucristo. Leía una revista francesa que hablaba de Cristo como el recapitulador. Pero San Pablo no se quedaba en esto. Esta presentación donde falta el calor. Yo veo dos extremos en la presentación actual de Cristo: aquellos que presentan solo a Cristo como puro hombre. Y otros como puro Dios, pero no como hombre. Hay que predicar al Cristo Dios y al Cristo hombre en la persona de Jesús. En el apostolado hay que darles el calor de Cristo. Hay que hacer que la gente se enamore del calor de Cristo. El único que puede hablarnos de Cristo es el Espíritu Santo. Yo lo pensaba en la oración acordándome de mis hijos, como el que conocí ayer, Crisóstomo, en Madrid al que nunca había visto y que tanto me quería. Es admirable. Mis hijos son mi gozo y mi corona, pero el Señor es mucho más. Os diría que a los que vais a ser sacerdotes es que no podréis tener hijos si no sabéis pagar por vuestros hijos. El Señor nos decía: "Un mandamiento nuevo os doy..." Amaréis a vuestros hijos y ellos os amarán con locura. Que esta semana santa que hoy empieza, que sea muy bonita.