Hoy día nos encontramos con la misma situación del evangelio: problemas familiares, los ancianos marginados, problemas en el trabajo, la incertidumbre y la inseguridad. La gente lleva un vacío dentro también. Muchos de estos problemas son problemas límites puesto que parece que no tiene solución humana. El Padre cuenta que hablaba con un amigo que sentía la tentación de hablar solo un par de tópicos y no calentarse la cabeza. Pero ante eso: el Señor Jesús no es ajeno al sufrimiento de las muchedumbres. Es mentira eso del Dios lejano. Dios es Padre, y por lo tanto Dios tomó nuestras enfermedades y sufrimientos. Y nos Dió a sus hijos. Pero Dios quiere que sus discípulos le planteen cara a los problemas. La solución de Dios a nuestros problemas puede no ser la que nosotros queramos darle. Un zagal dio lo que tenía y solución el problema. Nosotros estamos llamados a dar lo que tenemos. Que tengamos más paciencia, menos egoístas, las esposas más amantes y más sacrificadas por sus esposos. Haría falta que los padres no fueran tan egoístas con sus hijos pensando que son propiedad de ellos. Dios espera que demos lo que tenemos. El Padre se enfrenta a los jóvenes y al carácter pasota. No le vale a la juventud de hoy la excusa de que les han escondido los verdaderos valores. El mundo que les espera a los jóvenes va a ser tremendamente difícil. Al final, con la entrega de ese joven, Jesús solucionó el problema.