Segunda parte de la meditación sobre esta parábola que se dio el día 1978.01.18. Cristo es el sembrador. Cristo es la Palabra del Padre. El Señor sigue hablándonos. "Cristo es el mismo ayer..." en Heb. Cristo hablaba de una forma seductora. Las muchedumbres seguían embelesadas a Jesús: en la multiplicación de los panes, por ejemplo. Jn. 8:46 "Jamás hombre alguno habló como este". El Señor aparte de su habla a las multitudes, nos habla personal e íntimamente y nos llama por nuestro nombre. Él es la misma Palabra de Dios. Jn. 1:1 "Al principio era la Palabra..." Él es el Sembrador y él es la Palabra sembrada. En Heb 4:12 se nos dice: "La Palabra de Dios es viva y eficaz..." Esto tiene una gran importancia para nuestra vida de la oración. El Padre pone el ejemplo de entrar a hablar con él en su despacho y la oración con Dios. Conversación de palabras de personas que se aman. ¿Cómo leo yo la Palabra de Dios? y ¿cómo hago yo mi oración? La oración no son ondas eléctricas como diría Juan Antonio. La Palabra de Dios es activa, como la semilla que produce fruto cuando cae en el corazón generoso de alguien. Explicación de la Palabra activa y pasiva para aplicarlo al seno de la Trinidad. Lo mismo pasa cuando entramos a hablar con el Padre en su despacho. Comenzamos hablando y terminamos amando. En Rom 10: 8 se dice: "La palabra está en tu boca, pero está también en tu corazón." En la oración la Palabra quiere producir Vida. Dios con una sola Palabra lo expresó todo. Mt. 12: 24: "De la abundancia del corazón habla la boca..." Cuando Dios habla, su palabra dice todo lo que quiere decir y producir un amor infinito. "El hombre no vive solo de pan..." se dice en Mt. 4:4. La Palabra produce vida y fuego. "Yo he venido a traer fuego..." El Cantar empieza con "Béseme con besos de su boca". Si comparamos esto con nuestro modo de hacer oración, hay que tener mucha paciencia y no desesperarse al ver la distancia entre una cosa y la otra. Seríamos un hombre nuevo del que hablaba el apóstol. ¡Cómo sería tan diferente nuestro apostolado! En Jn. 5: 24 se dice "El que oye mi Palabra tiene ya la vida eterna". ¿Por qué tan a menudo parece que el Señor está tan ausente? El Señor habla de los obstáculos. Pero los veremos después. En Jn. 8:47 nos daba la clave de porqué no oímos su palabra: "Vosotros no oís mis palabras porque no sois de Dios". Atención a la conjunción causal. La actitud del rechazo a Dios y del odio a Dios hasta el punto de asesinarlo: Jn 8:27: "Vosotros buscáis matarme porque mi Palabra no ha sido acogida entre vosotros."