El Padre reflexiona sobre el Evangelio del día y su relevancia para la sociedad actual. Critica la superficialidad con la que se abordan los problemas sociales y morales, argumentando que la verdadera raíz está en el abandono de las enseñanzas de Cristo y las leyes divinas. Condena el sincretismo religioso y los intentos de crear una religión universal, afirmando que esto debilita la fe católica. Critica la "paternidad responsable" y los métodos anticonceptivos por ir contra la naturaleza y las leyes de Dios. Denuncia el divorcio, el aborto y la homosexualidad como graves ataques a la moral cristiana. El Padre sostiene que la solución a la crisis de la Iglesia y la sociedad no está en reformas como el sacerdocio femenino, sino en un retorno a la auténtica santidad y una vivencia profunda de la fe en Cristo. Concluye que, aunque el mundo rechace este mensaje, los verdaderos creyentes encontrarán consuelo y guía en Jesús si lo siguen fielmente.