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Homilía

Homilía del 22 de agosto de 2010

Charla ID:

2010.08.22.H

Título:

Las razones evidentes para ser agradecidos con Dios

Duración:

0:39:03

Temas:

Palabras Clave:

Fecha Litúrgica:

Texto Bíblico:

Lc 17: 11-19

Comentario:

El Padre narra el evangelio a su estilo y explica algunos de los datos del evangelio, lo que era un leproso en aquellos tiempos, y lo que es un samaritano. Es una lección sobre el agradecimiento. Hoy día el agradecimiento no es muy conocido entre los hombres. No es una virtud muy frecuente en la naturaleza humana. Lo hemos visto en nuestra propia vida. Y lo vemos también en la historia. Los grandes hombres que han hecho grandes acciones y sin embargo murieron en el descrédito o en persecución. Por ejemplo, Cervantes. Por ejemplo, el general Ambrosio de Espinola, en Flandes, conquistador de Breda, inmortalizado por Velázquez. Murió en el descrédito y la pobreza. Y así tantos y tantos hombres. El agradecimiento es una actitud poco frecuente. ¡Cómo abundan los hijos que no saben agradecer el esfuerzo de sus padres! Los padres son abandonados por los hijos o arrinconados en algún asilo. Y así, el agradecimiento a Dios por habernos sacado a la existencia. Nos dio el ser y nos elevó a su propia condición y participantes de su propia naturaleza. Dios nos ha hecho hijos suyos y le hemos correspondido con el pecado y con un no rotundo a su amor. Pensemos si un padre sería capaz de entregar a su hijo para salvar a un impío. Y esto lo hizo el Padre con su Hijo. Nadie ha amado tanto a un hijo como Dios al suyo. "Tanto amó Dios al mundo..." ¿Nos hemos sentido agradecidos de esto? El Padre cita el texto de San Pablo: "En realidad es difícil encontrar alguien que muera por un hombre justo..." "Habiendo amado Jesús a los suyos, los amó hasta el fin". Jesucristo tiene un corazón humano como el nuestro. El amor es correspondencia y bilateralidad. A través de la naturaleza humana, amamos a la Persona divina. El comprendió nuestras debilidades y quiso dar la vida por nosotros para sacarnos del estado de postración. ¿Por qué el mundo odia tanto a Jesucristo? ¿Qué nos ha hecho? Yo recuerdo que durante mi infancia y adolescencia me preguntaba para qué servía la vida. Yo tenía fe y comenzaba mis estudios y me decían que tenía que hacerme un hombre mayor. Pero los veía a todos los mayores ilusionados por lo material y por el placer y por el dinero. Y andaba deambulando. Pero al final de mi adolescencia, me tropecé con Él, o mejor, El se tropezó conmigo. El Padre soñaba con el verdadero amigo. Comprendí que la amistad era posible. "Ya nunca más os llamaré siervos..." Para el Padre alguien que siendo Dios se rebajaba para ser mi amigo, esto me llenó. Habíamos sido creados por el Amor para el Amor. Y Dios me dio la posibilidad de ser hombre, o para la mujer, de ser mujer, solo se hace a través de Jesucristo. El dio sentido a los trabajos que el Padre tenía que hacer de pequeño, como el estudio, el sufrimiento y la perfecta alegría. El Padre comprendió el sentido de los verdaderos valores. La pobreza era mejor que la acumulación de las riquezas. "Bienaventurados los pobres..." Para el Padre fue un impacto la lectura de las Bienaventuranzas. Y también la pureza y la justicia. Y veía con tristeza cómo los hombres rechazaban a Jesucristo. "Los hombres amaron más las tinieblas..." "Vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron..." Y el Padre veía en las cosas la belleza de la creación. Narración del final del Cura Rural, de Bernanos. "Y qué más da, todo ya es gracia" San Ignacio de Loyola hablando con las flores. "Amado, las montañas..." "Amado en las brumosas laderas de montañas escarpadas..." El amor de Dios es un amor de locura, lo cual se manifiesta en la Eucaristía. Nos comemos su cuerpo y su sangre. El verdadero amor humano es un trasunto del amor divino, que se queda en imperfección. Incluso la relación conyugal, es un deseo pero no es realidad. Pero en el amor divino humano, se hace realidad. "El que come mi carne..." Hay una fusión de pensamientos, afectos, amor. "Vivo yo, pero ya no soy yo..." Esto es lo que Dios ha querido hacer de nosotros. Por eso Jesucristo se queja en el evangelio de hoy. Todo esto es maravilloso, "Amado, las montañas..." Y termina recitando su poesía anterior: "... allí nos estaremos, y el canto de amor entonaremos".

Resumen:

El Padre ofrece una reflexión profunda sobre el Evangelio del día, que narra la curación de diez leprosos por Jesús, de los cuales solo uno regresa para agradecerle. Este episodio sirve como punto de partida para una meditación sobre la virtud del agradecimiento y el amor de Dios hacia la humanidad. El Padre destaca que el agradecimiento es una virtud poco común entre los seres humanos, citando ejemplos históricos y personales de ingratitud. Contrasta esto con el amor infinito de Dios, manifestado en la entrega de su Hijo por la salvación de la humanidad. La reflexión se torna personal cuando el Padre comparte su propia experiencia de encuentro con Cristo en su juventud, describiendo cómo esto dio sentido a su vida y le enseñó el verdadero significado de la amistad, el trabajo y los valores auténticos. El Padre expresa su perplejidad ante el rechazo de muchos hacia Jesucristo, a pesar de su amor incondicional. Habla de cómo la fe le permite ver a Dios en todas las cosas y encontrar belleza incluso en medio del sufrimiento. Finalmente, el Padre reflexiona sobre la Eucaristía como la máxima expresión del amor de Dios, comparándola con el amor humano y destacando cómo en ella se realiza una verdadera unión entre Dios y el hombre. La homilía concluye con una invitación a corresponder al amor de Dios, a vivir con gratitud y a ver el mundo con ojos nuevos, reconociendo la presencia divina en toda la creación.

Comentario Técnico:

Buena calidad de sonido. En algunos momentos de la charla, el Padre parece que se va a quebrar. Transcripción en español y en inglés, con IA. Audio en inglés, Padre Jared

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