El Padre explica que el reino de los cielos trasciende la comprensión humana, por lo que Jesús utiliza parábolas para describirlo. Estas parábolas comparan el reino con un banquete de bodas, simbolizando la unión íntima entre Dios y el hombre. El Padre critica la tendencia moderna de reducir el mensaje evangélico a un mero contenido social, olvidando la invitación a esta unión espiritual con Dios. Destaca que la palabra de Dios es eterna y no necesita adaptarse al mundo moderno, sino que es el mundo el que debe adaptarse a ella. Rechaza las interpretaciones teológicas modernas que niegan la existencia del pecado original, el infierno o el castigo divino, argumentando que contradicen las enseñanzas del Evangelio. El Padre enfatiza que el cristianismo es una doctrina realista que reconoce las dificultades de la vida terrenal, pero ofrece la esperanza de la felicidad eterna en unión con Dios. Concluye que el reino de los cielos promete una intimidad profunda con Dios, más allá de la amistad, comparable a la unión entre esposos, donde los creyentes participarán de la naturaleza divina.