El Padre analiza el pasaje evangélico donde Jesús responde a un funcionario real que le pide que cure a su hijo. La respuesta de Jesús "si no veis milagros y prodigios, no creéis" parece un reproche, indicando que el funcionario creía en los prodigios de Jesús pero no en su persona. El Padre enfatiza que lo crucial para los seguidores de Jesús es creer en su persona, más allá de sus milagros. Se explica que la fe en Jesús debe ir más allá de lo visible, como en el caso del apóstol Tomás o del ciego de nacimiento. La fe implica creer en la divinidad de Jesús a pesar de su apariencia humana. El Padre destaca que en tiempos anticristianos, mantener una fe inquebrantable en Jesucristo es vital. Se contrasta la sabiduría humana con la divina, señalando que el cristianismo a menudo va contra los valores del mundo. El Padre insta a vivir una existencia cristiana que puede implicar sacrificio, humildad y contradicción con las normas mundanas. Finalmente, se reflexiona sobre las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) y se anima a los oyentes a abrazar el desafío de seguir a Cristo con un corazón joven y dispuesto, confiando en la gracia divina y la ayuda de la Virgen María.