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Homilía

Homilía del 23 de septiembre de 2007

Charla ID:

2007.09.23.H

Título:

El amor que mueve al sol y a las estrellas

Duración:

0:26:05

Temas:

Palabras Clave:

Fecha Litúrgica:

Texto Bíblico:

Mt 22: 34-46

Comentario:

El Padre narra el evangelio del día a su manera. Con respecto a la primera parte de la perícopa, tiene una importancia trascendental. Todas nuestras actividades tienen que venir presididas por el amor. Por culpa de nuestra concupiscencia no hacemos todo por amor al Señor. Es la fuerza que rige el universo entero. Los científicos dicen que es la ley de la gravitación. Y los científicos antiguos decía que lo que llenaba el universo entero era el éter. Después se supo que lo del éter era una pura fantasía. El Universo fue creado por el Amor. "El amor que mueve al sol y a las estrellas". "Marta, Marta..." El amor el ápice del Universo. Hay un momento en la historia del mundo donde se puede contemplar esto con toda claridad: El patíbulo de la cruz: "Padre mío, perdónalos..." Esta expresión tan repleta de amor, animada por el amor, posee un contenido que a nosotros se nos escapa. ¿Realmente no sabíamos el delito que estábamos cometiendo? Sí y no. El profundo abismo de maldad de haber crucificado a Jesús. No sabíamos lo que nos hacíamos. Cuando nuestra vida discurre por la tibieza y no infundida por el amor, estamos perdiendo el sentido de nuestra existencia. Demasiado humanos y vulgares. Y habíamos sido creados para ser fuego. Acerca del segundo mandamiento, hay que hablar de la semejanza al primero: el amor a nuestro prójimo no es más que una prolongación del amor de Dios. Lo cual es lógico. Por nuestros hermanos fue derramada la sangre de Cristo. Solo Dios puede ser sujeto de un amor total. Nuestros hermanos son amados por Jesucristo. Os he puesto el ejemplo de vuestros padres. Después de Dios, debo a vuestros padres la dicha de teneros como hijos. Y también a mis enemigos. La ofensa nuestra a Dios es más grande que las ofensas que nos hacen los hombres. "Bienaventurados los misericordiosos..." Referencia a la película sin nombrarla de Ben-Hur. Referencia al discurso de D. Quijote sobre la Edad Dorada. En el amor todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío. Explicación de la realidad del amor y de la entrega y la posesión. El que ama de verdad no está pensando en recibir sino en entregar. Se siente tan extasiado ante la belleza que quiere dárselo todo. "Hay más alegría en dar que en recibir". Los antiguos discutían desde Platón sobre el amor, y dijeron cosas acertadas y disparatadas. También San Agustín. Pero en la metafísica del amor hay que decir que el amor piensa en entregarlo todo. "El que no renuncie..." "Soy yo pero ya no soy yo el que vive..." El Espíritu Santo recibe muchos nombres, pero uno de los cuales es perfectamente adecuado, cual es Don. En cuanto a la segunda parte de la perícopa habla de la naturaleza humana suya. Cristo es verdadero hombre y verdadero Dios. El misterio de las dos naturalezas en la persona de Cristo. Quiso hacerse Hombre verdadero por amor. Todo por el amor, para que nosotros nos hiciéramos divinos, participando de su esencia divina, en tal grado que nos podrían confundir con Dios. Estamos llamados a ser testimonios vivientes de Jesús. San Francisco predicando sin decir nada. Nuestras acciones tienen que ser divinas. No podemos caer en la mediocridad. El estudio no podemos emprenderlo de forma tibia. Nuestras acciones tienen que ser fuego ardiente. Nuestras acciones no pueden estar medidas. Debemos hacer nuestra fe más asequible con nuestra conducta, humana y divina.

Resumen:

El Padre presenta una reflexión sobre el Evangelio del día, que aborda dos temas principales: el amor a Dios y al prójimo, y la naturaleza divina y humana de Jesús. En cuanto al primer tema, el Padre enfatiza la importancia suprema del amor a Dios, describiéndolo como la fuerza que da sentido y movimiento al universo entero. Explica que este amor debe ser total, absoluto y debe impregnar cada aspecto de nuestra vida. El amor al prójimo se presenta como una extensión natural del amor a Dios, ya que todos somos hermanos en Cristo. El Padre ilustra la profundidad del amor divino con el ejemplo de Jesús en la cruz, perdonando a quienes lo crucificaron. Destaca que el verdadero amor se centra en dar y entregarse, no en recibir. Respecto al segundo tema, el Padre explica la doble naturaleza de Jesús como verdadero Dios y verdadero hombre. Destaca que esta unión de lo divino y lo humano en Cristo tiene como propósito permitirnos participar de la naturaleza divina. Finalmente, el Padre exhorta a los fieles a vivir de manera que sus acciones reflejen esta naturaleza divina, evitando la mediocridad y la tibieza. Enfatiza que nuestra conducta debe ser un testimonio viviente de Jesús, siendo a la vez profundamente humana y divinamente inspirada.

Comentario Técnico:

Buena calidad de sonido. Transcripción en inglés y audio en inglés por IA

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