El Padre empieza hablando de la experiencia de las olas grandes y del mar embravecido que él había visto en pocas ocasiones. Luego narra el evangelio del día a su estilo. Jesucristo es verdadero hombre y verdadero Dios. Había hecho el viento y la tierra. "Por Él fueron hechas todas las cosas". Todo en la única Persona Divina. "No soy digno de que entres en mi casa..." Tú eres el Señor de la vida y de la muerte. "Lázaro, sal fuera..." Es el Señor de la vida y de la muerte. Es el Señor de la naturaleza y le obedece el mismo viento y el mar. Lo curioso de esto es que, si de verdad amáramos al Señor, haríamos lo mismo. "El que tenga fe en mí hará las mismas cosas que yo he hecho ..." "Le diríais a este monte..." Esto lo vemos en la vida de los santos. Jesús era su vida y su todo. Historia de San Francisco de Asís hablando con el hermano fuego. Historia de San Francisco de Asís y el lobo de Bubio. Nosotros no tenemos ese amor y esa fe en el Señor que tenían los santos. Nosotros estamos muy lejos de ser santos. Pero aunque fuéramos como somos, haríamos lo que quisiéramos con solo amar a Dios. El Padre cuenta una historia suya entre los diez y los quince años, la batallita de los caballos desbocados. El Padre tenía una gran confianza al Señor y a pesar de que era malo, quería al Señor a su manera. "Lo que veía casi no creía". No podemos tener dominio sobre la naturaleza si no tenemos dominio sobre nosotros mismos. Si un niño no se levanta, o hace lo que le da la gana, ¿cómo va a tener dominio sobre la naturaleza? Son pepes mantequilla. Risas. ¿Cómo se le puede tener miedo al estudio si no han estudiado nunca? Estos niños que no son hombres y no están dispuesto a todo por Jesús, ¿a dónde vas con esta gente? Al Padre nunca le ha asustado un niño que fuera malo, con tal que tenga madera y tenga corazón. Hay muchos niños inútiles. Los hombres que el Señor necesita son hombres duros. Por amor se hace lo que hay que hacer.