El Padre sigue leyendo el Comentario suyo al Cantar. La esposa se siente desfallecer, pero su amor no es perfecto todavía. Está enamorada pero muchas cosas preocupan su corazón. Necesita confortarse con el dulzor de las pasas. Incluso cosas buenas nos pueden quitar el amor perfecto del Esposo. "Quédeme y olvídeme..." Comenta el Padre que hablaba con Juan Marín que en nuestra sociedad la exigencia de pobreza es la misma que la del franciscanismo, pero el estilo es diferente. San Francisco consideraba que los libros eran producto de Satanás. Pero en nosotros la exigencia de pobreza es total. El apostolado, el amor a mis hermanos, cualquier proyecto no puede dominar mi corazón excepto Dios. Solo nos debe preocupar el Esposo. Debemos usar las cosas como no teniendo nada, pero poseyéndolo todo. "Se vivir en la pobreza y se vivir en la abundancia". Vivimos en el mundo pero no somos del mundo. Nuestro modo de vivir la pobreza le parecerá desapercibida a la gente. Es menos espectacular. Nuestro testimonio de Dios no es el tipo de testimonio de los religiosos. Los religiosos deben dar un testimonio escandaloso. "Mi alma se ha empleado y todo mi caudal en su servicio..." El Cura Rural dijo: "qué mas da, todo ya es gracias". Juan Marín le decía el peligro de nuestra gente puede ser esto: Nuestra gente más joven no podía captar el sentido más profundo de la espiritualidad y entonces al leer libros de San Juan de la Cruz, pensemos que ese modo debe ser nuestra espiritualidad. Termina con una conversación entre Handy y el Padre.