Para uso interno por el estilo de hablar del Padre. El Padre lee el inicio de las Folias "La Esperanza..." correspondiente a las páginas 255-257 de la edición de La Fiesta de 1987. La necesidad de ser generosos con el Señor para recibir todo lo que el Señor nos quiere dar y para ser eficaces en el apostolado. La relación entre la esperanza, la alegría y el amor. Si no estamos enamorados, nuestra vida es gris y átona. La vida mística no es reservada para una pequeña élite. Una vida mística es necesaria. Pero para que la oración avance, es necesario la generosidad con Dios. Si nuestra oración está estancada es porque la culpa es nuestra. Este lenguaje de la santidad resulta esotérico para los que no son generosos. O somos malos, o somos buenos, o somos santos. Tenemos que ir al mundo con las armas ofensivas según decía San Pablo. El demonio no puede contra la verdadera santidad. La victoria final es de Dios. Hoy hay que ir a por todas, tal y como está el mundo. Una cosa es la oración con pruebas y tentaciones, y otra la oración rutinaria. El vacío y el aburrimiento en la vida espiritual. ¿La alegría del cubata? Esto no nos da la verdadera alegría. Al final el Padre pide que no nos abatamos por nuestras debilidades y fallos. Hay que darle gracias a Dios por lo que os da Dios. Hay que ser valientes. Y sed pobres. La viuda pobre del Evangelio. Mención del cuento de Tagore. Hay que vivir la aventura del Evangelio en nuestra vida porque es apasionante. La lucha a ver quién da más en nuestro amor al Señor. En este torneo Dios lo da todo, pero al dártelo Dios todo, al poseerla, puedes devolverle la jugada.