Para uso interno por el estilo de hablar del Padre. Soy uno de los sacerdotes que prácticamente ha trabajado con los jóvenes siempre. Una de las cosas que me hacen sufrir es pensar en el ostracismo de los jóvenes, carentes de sentimientos, hijos de una sociedad de consumo. Los críos están saciados de todo. Esto lleva a una vida gris. En el pecado llevan en la penitencia. Los que están en el limbo viven aborregadamente. No les ilusiona nada: ni el deporte, ni la naturaleza. Tuve una experiencia hace poco en una ciudad junto con Carmen de cómo viven los chicos y las chicas en pandilla. Y comentábamos el par de viejos de que eso antiguamente era imposible. El Señor era un hombre de emociones profundas, con Lázaro, con Pedro, con el modo de enfadarse con la generación presente, con el hecho de lavar los pies a los discípulos, con el hecho de no disimular su amor por el discípulo amado. Era hombre perfecto y de sentimientos. Hombre de una tremenda y enorme sensibilidad. Nosotros somos muy bastos. Lloramos poco, nos reímos poco. ¿Os dais cuenta de que hay gente hoy que nunca se cabrea? Nunca me fiaría de un chico que no se cabre. Anécdota de Alfonso XIII y Julián Gallarde. Menciona a Salvador. Ni se ríen, ni se emocionan, ni lloran. Comer, sí, y lo que se deriva de ello, también. Los chicos de hoy, ni fu ni fa. Es imperturbable. La broma al Padre Paulino, eres insobornable e insoportable. Era una broma. Estos chicos cuando lleguen al matrimonio... Aunque hoy día hay remedios contra eso, como lo que me han recetado mis "médicos" que casi me matan. A ver si cambiáis antes de que vengan los chicos de Burgos.