Homilía
Homilía del 15 de junio de 1981
Charla ID:
1981.06.14.H
Título:
La Trinidad y el amor personal
Duración:
0:12:28
Temas:
Palabras Clave:
Fecha Litúrgica:
Domingo de la Santísima Trinidad (A)
Texto Bíblico:
Jn 3: 16-18
Comentario:
Misterio central de nuestra fe. Pobrísima idea del amor y de Dios que tenían los antiguos. Dios es único, pero en esa unidad de esencia subsisten tres Personas. Misterio que se nos escapa, pero puede bucear nuestra razón de alguna manera y ver que no se encuentra contradicción alguna. Gracias a la revelación de Jesucristo sabemos que Dios es Amor. Y el Amor es cosa de dos. Nunca es cosa de uno. Los antiguos no llegaron ni a sospechar esto. Pensaban que Dios se amaba a sí mismo. El amor es un volverse al otro y contemplar al otro. En Dios existe diversidad de personas en la unicidad de la esencia. Dios es perfecto. Una persona no puede amarse a sí misma en cuanto persona. El amor es mirar al otro. No mirarse a sí mismo. Es un diálogo. Una corriente interpersonal. Y el amor entre dos personas en la trinidad es también una persona. Nexus duorum. Y ese decirse mutuamente entre las dos personas, es la persona del Espíritu Santo. Hablar de esto es imposible. Dios ha querido poner su amor en nosotros. Dios ha querido vivir en nosotros. No que Dios nos envíe unos afectos, sino que El mismo está en nosotros. Y así nos hacemos templos de Dios. El Espíritu Santo nos habla de la persona amada. Nadie se enamora del amor, sino de la person amada. A Jesús por el Espíritu Santo. El Padre y yo somos una sola cosa. A través de la humanidad de Cristo, vemos y adivinamos la divinidad. A través de Jesús llegamos al cariño del Padre, fuente y origen de toda la Trinidad. Por eso os decía que la devoción al Espíritu Santo supone tanta devoción como poca teología. La divinidad se nos hizo tangible y visible en la humanidad de Jesucristo. Este misterio que hoy celebramos es insondable, pero se descubre en la oración y a medida que nuestra vida se va acercando y asemejando a la vida de Jesucristo. Y así comprendemos lo que es Dios. ¿Qué podemos decir de este misterio? O se conoce a través de una experiencia o imposible llegar a barruntar algo de él. En la segunda lectura de hoy, 2 Cor, "Alegraos, perfeccionaos, tened un mismo sentir..." Pone primero el mandato de alegrarse y después el de santificarnos. Sin esa alegría no podemos santificarnos. Estas cosas están muy relacionadas. A veces no somos tan felices porque no le hemos dado por entero nuestro corazón a Dios. No terminamos de aprender esto por entero. Imposible ser santos sin la alegría. Solo hay una tristeza, la de no ser santos. Quisiera que en esta misa, una vez más, le diéramos a Dios todo nuestro corazón. "El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor".
Resumen:
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Comentario Técnico:
Buena calidad de sonido