Para uso interno por el estilo de hablar del Padre. Es el último día del mes de mayo, fiesta de la Ascensión. He pedido que la retrasemos por dos semanas. Ayer la hicimos en Madrid, fue muy bonita, precedida de una meditación y misa. Y les dije en Madrid que no íbamos a hacer la consagración en Murcia, en la meditación que Coco se encargó, y la razón es porque el mes de mayo ha sido singular y distinto a los anteriores. La razón es que este mes de mayo en Murcia todos nos habíamos puesto nerviosos debido al zarandeo del demonio. El ambiente del piso, no siendo malo, no me parece que sea sereno para hacer una consagración fervorosa. El zarandeo del demonio ha sido muy movido para todos. Leyendo el Camino de Perfección la santa decía que no se asustaba de que el demonio ponía dificultades, sino que se asustaba cuando una monja estaba demasiada tranquila y no le tentaba con dificultades. Al Padre no le asusta el zarandeo, pero si me asusta que nos asustemos o fuéramos a ceder ante esas pruebas. Para la Biblia, sufrir tentaciones es bueno. "Bienaventurado el varón..." Las tentaciones del demonio son permitidas por Dios y producen bien, con la paciencia. Estamos fallando en la obediencia, no somos finamente obedientes como el Señor lo desea. Uno descubre el fallo en la obediencia y entonces uno ve que tiene que revisar su actitud. El sentido sobrenatural de la obediencia. Obedeciendo al Padre, se obedece a Cristo. La obediencia nuestra al Padre se funda en motivos sobrenaturales, en concreto dos: Dios os ha llamado y vosotros queréis pertenecer al grupo. Otro problema que hemos tenido ha sido la amistad con el Padre y la sinceridad. El Señor ponía los fundamentos de la amistad en que entre los amigos no hay secretos. "Os llamo amigos porque todo..." No hay amistad si hay secretos. Entre nosotros tenemos que ser completamente sinceros con el Padre. La falta de sinceridad acabará con todos nosotros. He tenido que mandar a uno fuera por falta de sinceridad. El Padre os va a decir lo que el Señor os diría. Dios ha puesto al Padre para que tengamos confianza en él. Octavio le decía: ¿Por qué el Señor pone al frente a un sujeto tan defectuoso como yo de jefe en Madrid? Y el Padre le responde que, si el jefe fuera maravilloso, todo sería muy fácil. La amistad verdadera produce la confianza entre los dos amigos. Entre nosotros puede haber más amistad y más sinceridad. Soy consciente de las dificultades que habéis pasado en este mes de mayo. Pero debemos decidirnos a querer más al Señor. Aunque no he hablado con alguno de vosotros, siempre estoy con vosotros. Debemos ser un solo corazón, una sola alma. Yo he sufrido mucho, y sufrí mucho en Madrid también, pero me vine muy contento.