Antes de empezar la prédica el Padre manifiesta su agradecimiento a los feligreses y aquéllos que pasan el tiempo de la misa de pie, y también a los que no comparten las ideas del Padre. Solo Dios sabe cuánto os quiero en las entrañas de Cristo Jesús. La madre de los Zebedeos pide grandezas en el sentido humano. Si a los jóvenes se les dice que luchen por sus derechos, se les engaña. Lo propio del hombre es dar, y entregar. Si sólo se habla de los derechos, pero no el camino de la cruz, se les escamotea la felicidad a los jóvenes. Hay que presentarle el camino de la santidad. El erotismo es una caricatura del amor. Hay que enseñar a la juventud a amar. Le hemos presentado a los jóvenes un cristianismo horizontalista y materialismo. La Revolución de Mayo del 68. Todo esto lleva al vacío de los jóvenes. Hoy día hay una conspiración contra las Bienaventuranzas. Referencia a un miembro del sínodo de la Iglesia en Inglaterra que clamaba de porqué los cristianos teníamos que tener complejo de la castidad. Marcuse habla del principio del placer. El Padre compara las bienaventuranzas al ataque que están sufriendo hoy día los jóvenes. Referencia al Capital de Marx. La juventud se refugia en las drogas y el aburrimiento de las discotecas. El Señor les presenta a los jóvenes el verdadero ideal. Estamos permitiendo que la juventud sea aniquilada. El camino de Santiago y los tres grandes sepulcros de la Historia donde han ido millones de peregrinos. Estos peregrinos manifiestan que todavía hay gente que quiere vivir de los ideales del evangelio. Desde el Cielo, el Apóstol sigue intercediendo por los españoles y por España.